LAS CAMAS DE UN VIAJE

Si algo caracteriza al viaje es su continua necesidad de encontrar una cama. Suele ser lo primero que realiza un viajero al llegar a un pueblo o a una ciudad. La cama sería el primer objeto que moviliza al viajero que arriba, y su búsqueda el primer sentido de locación. Por ello es común que los principales hospedajes de un pueblo se encuentren precisamente en los alrededores del Terminal de transportes. Estas camas tienen un sentido nómada, puesto que están dispuestas para ser ocupadas continuamente por distintas personas, quienes las usan para dar lugar a su sueño, pero también para salir, para recorrer la ciudad a partir de un retorno.Antes de partir de viaje, durante febrero y marzo de 2006, decidí hacer el registro fotográfico de cada una de las camas en donde durmiera. Me propuse, como principio de viaje, que el registro visual estuviese únicamente enfocado en las camas, de manera que al regresar, cada uno de los lugares y de los recorridos realizados se concentrara en ellas como hitos del espacio atravesado.
El proyecto fue realizado, y del viaje me quedé con un álbum de camas, con el itinerario de un viaje de cama en cama, en el que cada una de ellas se corresponde con un arribo en el mapa: una de estas camas se encuentra en Andacollo, otra en Arica, otra en La Paz, otra en Copacabana, otra en Coroico, otra en Rurrenabaque, otra en Guayaramerín, otra en Porto Velho, otra en Puerto Maldonado, etcétera, de manera que cada cama aloja una determinada experiencia invisible de la ciudad en donde se encuentra. El descubrimiento de una cama en una ciudad desconocida activa un principio de orientación, como si fuera necesario llegar a una cama en donde dormir para fijar un hito o un eje alrededor del que se sitúan unos recorridos que al caminar por la ciudad el viajero dibuja en su mente, al regresar de memoria, como mapa de una experiencia urbana. En la cama coincide tanto una necesidad funcional del cuerpo (dormir y despertar), como un sentido vital del espacio (regresar y partir), que hacen de la cama una superficie gravitante, determinante de los desplazamientos urbanos.
El cuerpo erguido (caminante) también se desplaza en relación a la cama. O como dice Kuitca:
“La cama no es solamente el plano, sino también el vehículo que, en lugar de tener ruedas, tiene patas; como si el objeto móvil en las calles fuese la cama”[1]. El vagabundeo propio del viajero lo asemeja a la figura del sonámbulo, solo que el viajero camina a partir de un despertar. Los vagabundeos que caracterizan la figura del viajero que arriba a una ciudad, las largas caminatas que surgen a partir de una cama nómada (de un eje efímero), dibujan caminando un trazado que se aventura y luego retorna, que vuelve a pasar sobre si mismo, en un movimiento que se repite surcando en la memoria un espacio recorrido. A partir de la cama, de cualquier cama, se puede regresar a ellos, como a una ciudad de memoria. Quizás por esto sea común en un viajero que arriba por segunda vez a una misma ciudad, que visite el lugar en donde durmió la primera vez, y de ser posible, volver a dormir en la misma cama. Otra modalidad, la de un viajero de camas, podría ser la de arribar a una ciudad para recorrerla desde distintas camas, como hitos situados en diferentes sectores de la ciudad. Método para recorrer una ciudad: ocupar todos los días una cama distinta. Etcétera.




























[1] Guillermo Kuitca, Guillermo Kuitca Obras 1982-2002, Museo Nacional Reina Sofía, p.57.


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