EL NADADOR
(Fotografía, estructura de acero, páginas de cuaderno, sacos de harina, cartón, fluorescentes, junquillos, cables y pintura) 2011-2012.

N°1: Estación Mapocho, Santiago.
N°2: Antiguo estadio municipal, Concón.
N°3: Casa incendiada, Valparaíso.
Realización en conjunto con Ramón Aldunate.


"Aquél que está en el trampolín todavía está muerto".
Eugenio Montale

En el transcurso de una exploración en los suburbios de Concón, sector del camino internacional, se encuentran las instalaciones arruinadas de un ex complejo deportivo abandonado hace cerca de 15 años. Dentro de esta zona, atravesando una multicancha de cemento resquebrajada por el crecimiento de una serie de árboles (el más grande de ellos precisamente en el círculo central), nos encontramos con una piscina en forma de guitarrón de 20 metros de largo.





1. La ruina.

La ruina es un efecto del tiempo. Es la pátina que se ejerce paulatinamente sobre las edificaciones humanas -pues no hay ruinas naturales- y respondían hasta hace poco a la lenta pero impertérrita labor del transcurso de los siglos, es decir, las ruinas generalmente sobrevivían a varias generaciones, cruzando distintas épocas y civilizaciones humanas. Paradojalmente hoy en día presenciamos una nueva categoría de ruinas. Éstas ya no vienen de un antaño del que apenas hemos tenido noticia, sino que más bien son construcciones que en nuestra infancia, o hasta hace muy poco tiempo atrás vimos plenamente vigentes. Construcciones abandonadas a velocidades aceleradas por efectos de la especulación urbana: a través de quiebras o embargos, litigios judiciales, conflictos de interés, desavenencias con los planos reguladores, paralización definitiva de obras, todas éstas, síntomas de la codicia inmobiliaria. Estamos en presencia inéditamente en la historia del hombre, de una nueva forma de catástrofe, donde la entropía es propiciada por la acción abstracta del capital, donde la caducidad propia de las cosas ni la acción directa del hombre tienen ya incumbencia.


2. La piscina.

La piscina, ese objeto suntuario y símbolo lujoso del estilo de vida despreocupado que el mercado nos intenta vender, responde primitivamente al miedo y terror al agua, por eso es un empeño y signo propio de la civilización, la piscina como el intento técnico por domesticar el agua. No es extraño, entonces, que hoy en día precisamente en los balnearios costeros, todas las iniciativas arquitectónicas incluyan como requisito de su exclusividad una piscina, que como axioma, a mayor monumentalidad mayor exclusividad. Piscinas de agua salada, piscinas monumentales que se precian entrar en la categoría de lagunas artificiales de aguas cristalinas son testimonio de aquello. Sin embargo, todas las cosas tienen su reverso, y donde ese anverso se nos presentaba como el escenario ideal de lo paradisíaco, al darse vuelta se nos muestra su lado "siniestro": esa inquietante familiaridad de lo que de algún extraño modo nos incomoda pero que no podemos evitar soslayar.


3. El nadador.

The Swimmer (El Nadador), película de Frank Perry, basada en un cuento de John Cheever, realizada en 1968, encarna un mensaje anti-ideológico con relación al “sueño americano”, a través de Ned Merrill, un hombre maduro pero jovial, con síntomas traumáticos a la hora de juzgar sus recuerdos y sus emociones, fragmentados y dispersos, dando la impresión de un hombre casi infantil que ha extraviado los puntos cardinales de la vida, que se presenta en la piscina de unos amigos después de mucho tiempo, con vagas reminiscencias de un pasado cercano exitoso desde la perspectiva burguesa. Vestido en traje de baño, decide nadar hasta su casa, al otro extremo del condado, piscina tras piscina. Mira desde la colina y observa que todas las piscinas conforman un río, y a ese río le llama “Lucinda”, el nombre de su mujer. De piscina en piscina va decayendo su integridad moral, para llegar finalmente a su casa, donde no lo esperan ni su mujer ni sus hijas, sino una casa abandonada, ya con signos ruinosos, y llueve torrencialmente.






4. El Piscinazo

En el Tarot existen los arcanos mayores, cartas que por medio de una alegoría simbolizan el misterio de nuestro destino. Figuradamente revelado, para nosotros el nadador vendría a constituir una de esas figuras señeras. En él está cifrada la decisión del arrojo y del desprendimiento, es la figura del que se lanza y se zambulle como actitud de vida.





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