ESCRITURA Y ESPACIO PUBLICO

TRANSCRIPCIÓN / DE LA PÁGINA AL PAVIMENTO
Pasaje José Toribio Medina, Cerro Monjas, Valparaíso (2003).

En el año 2003 escribí sobre el pavimento una frase que ocupa un tramo de un pasaje peatonal, llamado José Toribio Medina, el cual es diariamente recorrido por diversos transeúntes, especialmente residentes de ese sector de Valparaíso. A su vez, este pasaje es utilizado por los niños del barrio como lugar de reunión y de juego.


La calle es una página vigilada, en donde se puede pasar (leer), pero nunca quedarse, nunca calar la letra. Sin embargo cerramos las puertas del cuaderno y nos encontramos con un diverso tipo de autores que en la clandestinidad han ocupado la calle como un espacio para la escritura. Entre ellos se cuentan activistas políticos, artistas, ateos, fan de todo tipo, amantes despechados, etcétera. Así como también escriben los comerciantes y los empresarios, en lugares adquiridos y sobre soportes y materiales debidamente preparados para hacerlo, a la par de una señalización urbana que tiene su propio sistema gráfico y escribe en letreros, muros y en la calle.

En este sentido podríamos considerar dos extremos en el ámbito de la escritura de la calle, en uno de los cuales se encontraría una escritura gestual, espontánea y subjetiva, caracterizada por una factura anónima y fugitiva, y por el otro lado una escritura realizada por manos especialistas y expuesta en lugares privilegiados o ajustados a normativas municipales para ordenar y marcar el territorio.

La mayoría de las palabras del comercio titulan, nominan una propiedad o una marca. Las calles llevan nombres de ciudades, países, personajes o fechas de la historia, coordenadas, nombres de pájaros o especies de árboles. Sin embargo la ciudad se cuida de soportar una frase en donde la lectura implique un sentido obstaculizador del trayecto, las frases son escritas para ser leídas de paso o deliberadamente incomprensibles o en coda; existiría una especie de afán administrado por el sentido de lo escrito, todas las frases deben conducir hacia alguna parte, comportar un sentido de la propiedad, de la circulación o del consumo, que encausen el transito de una lectura del cuerpo que camina por la calle.

La escritura de esta frase en cambio surgió de un juego con diversos titulares de prensa que anunciaban la inminencia de un terremoto en Valparaíso. La frase se señaliza a si misma como el juego de sentidos de un titular imposible, evidenciando su carácter lúdico y su gratuidad. Mi interés se centraba más bien en el acto del traspaso de las palabras de la pagina al pavimento en cuanto dos dimensiones reconciliables, y en la escritura en tanto una situación espacial que incorpora el soporte del suelo en lugar que el del muro, es decir una frase para los pies y los cuerpos que la subirían y bajarían, borroneando la palabra con su gasto cotidiano.




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